En determinado momento, todos hemos experimentado la presencia de ciertos síntomas transitorios que nos causan MOLESTIA; sin embargo, la persistencia de los mismos o su asociación con señales de alarma, son motivos para buscar una valoración médica temprana.
Hoy te contamos siete síntomas a través de los cuales tu cuerpo podría estarte alertando:
- Pérdida de peso no intencionada: una pérdida de peso mayor al 5% en 6-12 meses, sin una causa específica (medicación, dieta y/o ejercicio asociado) podría ser el aviso de un trastorno endocrino metabólico de base como un funcionamiento excesivo de la glándula tiroides (hipertiroidismo) o el debut de una diabetes mellitus. Así también, en dependencia de los antecedentes familiares y los síntomas asociados, podría ser la expresión inicial de un cáncer oculto.
- Caída persistente de cabello: nuestro cabello cumple un ciclo de vida y es esperado que en ciertos momentos atravesemos un “cambio” más acelerado del mismo, conocido como efluvio telógeno, que suele presentarse posterior a algún evento que generó estrés (ej. posterior a una cirugía, a una infección importante como la COVID 19, un duelo, un parto, etc.) Cuando la caída es persistente en el tiempo, se intensifica o tiene cierta distribución y más aún si se acompaña de otros síntomas (cansancio excesivo, dolor de articulaciones, signos inflamatorios en el cuero cabelludo), es mandatorio la investigación de otras causas que pueden ser locales (es decir propias del cuero cabelludo) hasta otras sistémicas que pueden incluir hipotiroidismo o trastornos inmunológicos como lupus.
- Cambios en las características de la orina: en el caso de los varones, un incremento de la frecuencia urinaria y la percepción de un vaciamiento vesical incompleto o goteo al terminar de orinar, podría ser el único indicativo de un crecimiento progresivo de la próstata. Además, un incremento sustancial en la cantidad de orina eliminada o en la frecuencia nocturna de la misma podría ser el preámbulo de debut de enfermedades metabólicas (diabetes) o cardiacas (insuficiencia cardiaca), respectivamente.
- Alteraciones del hábito intestinal: un cambio repentino en el hábito intestinal, como la alternancia de diarrea y estreñimiento, un cambio en la forma de las heces y síntomas acompañantes como saciedad temprana y/o distención abdominal, deposiciones con sangre, nos alertan sobre trastornos del tracto gastrointestinal que pueden ir desde un síndrome de colon irritable, la presencia de úlcera gástrica, hasta la expresión inicial de un cáncer de colon.
- Dolor torácico: el dolor en la región torácica de manera esporádica, es bastante frecuente y en una gran parte de casos se presenta como un corrientoso entre las costillas y corresponde a un proceso inflamatorio de los nervios (neuritis), cuando este dolor se presenta en el lado izquierdo, se irradia a la región de cuello, mandíbula o brazo izquierdo es vital descartar que se trate de un infarto cardiaco.
- Dolor de cabeza: el dolor de cabeza es un síntoma experimentado por la mayoría en algún momento de la vida, sin embargo, si tu dolor de cabeza es persistente y se acompaña de alguna de estas señales de alarma (fiebre, dificultad para hablar o mover una parte del cuerpo, el dolor te despierta en la madrugada, hay trastorno del comportamiento, el dolor de cabeza ha cambiado de características y es cada vez más intenso, tiene más de 50 años), no dudes en buscar atención médica prioritaria.
- Falta de concentración, cambios de estado de ánimo, hormigueo en las extremidades: pueden tener un origen tan variado como un déficit nutricional (vitamina B12), la expresión de un estado de psicológico de ansiedad o depresión, un trastorno endocrino como es el hipotiroidismo e incluso si hay dolor y adormecimiento localizado en las extremidades puede tratarse de una alteración de nivel de los nervios, en el caso de particular de las manos un síndrome de túnel carpiano.
Finalmente recuerda que ninguno de estos signos/síntomas deben ser tomados en cuenta de manera aislada, siempre es fundamental el análisis de los mismos, por personal médico capacitado.
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Elaborado por: María Belén Medina
Especialista en Medicina Interna del Hospital Vozandes Quito
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