Los pulmones de tu bebé están lo suficientemente maduros para en caso de desencadenarse el parto, este pueda respirar por sí mismo sin necesidad de medicación.
Ya mide unos 46 cm de la cabeza a los pies y el peso se encuentra sobre 2.500 gramos. La piel comienza a alisarse, se empieza a depositar grasa y el lanugo empieza a desaparecer.
Tu útero, que ahora ya te llega hasta debajo de las costillas, ha aumentado unas 15 veces desde su tamaño original. Quizás sientas que ya no te queda espacio para acomodarlo, pero tu bebé se empieza a acomodar y a presionar las estructuras de la pelvis, hecho que puede provocar molestias y calambres en la ingle. También se ejerce bastante presión sobre la vejiga por lo que es habitual que aumente la frecuencia de las veces que irás a orinar.



