Cuando hablamos de adicciones, es común escuchar frases como “si quisiera, dejaría de consumir” o “es una persona débil”. Estas creencias reflejan un malentendido común: la adicción no es una falta de carácter, sino una enfermedad compleja, crónica y multifactorial que requiere comprensión, tratamiento y acompañamiento profesional.
¿Qué es la adicción?
La adicción va mucho más allá del simple consumo de una sustancia. Se trata de una condición médica que afecta el cerebro, especialmente las áreas relacionadas con el control de impulsos, la toma de decisiones y el sistema de recompensa.
En muchos casos, el consumo surge como una forma de afrontar el sufrimiento emocional: ansiedad, depresión, traumas no resueltos o un intento desesperado por silenciar el malestar. Con el tiempo, este se transforma en dependencia, alterando tanto el funcionamiento cerebral como la vida cotidiana.
¿Qué podemos hacer para marcar la diferencia?
Si tú o alguien cercano atraviesa una situación de consumo problemático, estas acciones pueden ser de gran ayuda:
- Buscar ayuda profesional temprana: La intervención psiquiátrica o psicológica especializada puede marcar la diferencia entre una recaída y un nuevo comienzo. No esperes a que la situación “toque fondo”.
- Evita el juicio y fomenta la escucha activa: Si conoces a alguien en esta situación, cambia el “¿por qué haces esto?” por un “¿cómo te sientes últimamente?”. El diálogo empático puede abrir puertas al cambio.
- Observar señales de alerta: Aislamiento, irritabilidad, descuido personal o bajo rendimiento pueden ser indicadores de que algo no está bien.
- Fomentar redes de apoyo: La familia, los amigos, los entornos laborales o educativos tienen un rol clave. Además, del acompañamiento terapéutico que es fundamental. La recuperación es un camino más llevadero si se camina acompañado.
- Cuidar la salud emocional: Reconstruir una relación positiva con uno mismo. Fomentar la autoestima, establecer rutinas que incluyan un buen descanso, una alimentación equilibrada y una organización diaria saludable. Dedicar tiempo a actividades gratificantes (como expresarse a través del arte, aprender algo nuevo o pasar tiempo en la naturaleza), fortalece la salud mental, estimula el crecimiento personal y reduce el riesgo de recaídas.
- Informarse: Leer sobre adicciones, neurobiología, y testimonios reales ayuda a entender mejor lo que sucede y cómo actuar. La información reduce el estigma y permite actuar con mayor comprensión.
Transformar el juicio en empatía no solo ayuda a quienes luchan con una adicción, sino que fortalece a toda la comunidad. Recuperarse es posible, especialmente cuando existen herramientas, comprensión y acompañamiento necesario.
Fuente: María Gabriela Reinoso, Psiquiatra del HVQ.