Las relaciones de pareja, tienen el potencial de enriquecer nuestras vidas y añadir bienestar. Según la ciencia las personas felizmente casadas viven de 4 a 5 veces más que las personas solteras, separadas o viudas, por lo tanto, las parejas felices viven más tiempo. Del lado contrario, las relaciones conflictivas pueden causar intenso malestar, las investigaciones indican que las personas que están en una relación de pareja conflictiva tienen 35% más probabilidades de enfermarse.
¿Cuándo una pareja es saludable?
Las relaciones de pareja pueden llegar a ser parte importante de una vida saludable, pero, es necesario reconocer que no existen relaciones perfectas. Toda relación tiene sus defectos o debilidades, por la simple razón de que las personas no son perfectas. Lo importante no es que una relación de pareja tenga debilidades o no, lo que define una relación saludable es que ambos miembros de la pareja estén interesados en trabajar y atender sus posibles debilidades y dificultades. En ese sentido, podemos definir una relación de pareja saludable si existe un esfuerzo de ambas partes de impedir que exista maltrato físico o emocional, falta de respeto, infidelidad, comportamientos abusivos, controladores o humillantes. Para reconocer si una relación de pareja es saludable, ambos miembros de la pareja deben estar felices con la relación la mayor parte del tiempo, además, una relación saludable hace que los dos se sientan bien consigo mismos.
¿Qué otros rasgos caracterizan una relación de pareja saludable?
- Cada miembro de la pareja se responsabiliza de su propia felicidad y no la deja en manos de la pareja: Para cultivar una pareja saludable primero tenemos que querernos y valorarnos. Si nos infravaloramos, culpamos o dependemos de nuestra pareja, la relación no podrá darse en una relación de igualdad, y solamente uno de los dos miembros de la pareja llevará el peso de la relación.
- Buena comunicación: La escucha activa y la empatía son rasgos fundamentales para que se dé una relación de pareja saludable. Es importante escuchar el punto de vista de nuestra pareja aunque no estemos de acuerdo, además de intentar comprender por qué actúa de la manera que lo hace, ser flexibles, tolerantes y tener como objetivo la búsqueda de acuerdos para lograr mirarse como un equipo y no como rivales.
- Asertividad y sinceridad: Muchas veces en las relaciones de pareja se tiende a creer que si nuestra pareja nos conoce, sabrá lo que pensamos, lo cierto es que, nadie puede saber en qué estamos pensando o qué opinamos sobre las cosas. Si algo nos molesta o deseamos algo, es necesario manifestarlo y no esperar a que nuestra pareja lo adivine. Para ser asertivos es necesario exponer nuestra propia opinión y criterio sin ofender ni despreciar a la otra persona, hablar en primera persona y no etiquetar.
- Confianza: Es imposible tener una relación saludable si no confiamos en nuestra pareja. Es muy importante creer en nuestra pareja, aceptándole como es y apoyarnos mutuamente cuando lo necesitemos. Darnos el voto de confianza y creer es uno de los mejores signos de salud en la relación. Debemos recordar que los celos son el reflejo de nuestras propias inseguridades y es importante trabajar en ellas.
- Vivir el presente: De nada sirve centrarse en los errores pasados. Una relación saludable no es necesariamente aquella en la que no se discute ni ha existido problemas. En las relaciones saludables no hay reproches del pasado ni se vive permanentemente con el miedo de cuándo nos puede fallar nuestra pareja. Se confía mutuamente y se vive el presente. Si, por ejemplo, después de una infidelidad hemos decidido continuar con nuestra relación, es necesario recobrar la confianza, perdonar y trabajar en varios aspectos para mejorar la relación. Además, la mayoría de las veces es necesario el acompañamiento de un/a terapeuta de pareja.
- Expectativas realistas con respecto a nuestra pareja: Debemos intentar comprender cómo es nuestra pareja y adecuarnos a lo que nos puede proporcionar. El objetivo no es construir una pareja perfecta, sino aceptar cómo es nuestra pareja y pedirle lo que necesitamos siempre y cuando no sea exigirle demasiado ni pretender transformarle en otra persona.
- Cada uno de los miembros tiene que cuidar su individualidad: Es fundamental que cada miembro de la pareja sienta que puede ser feliz independientemente del otro. Además, es importante cuidar las relaciones sociales, la familia, los hobbies propios, es decir, todo aquello que nos da identidad.
- Interdependencia y compromiso: Los dos miembros de la pareja valoran la relación y quieren estar en ella porque quieren y no porque lo necesitan. Es decir, una relación saludable es aquella que no implica codependencia sino interdependencia. No se estamos con nuestra pareja por necesidad sino por amor, placer y compromiso.
¿Qué hago si mi relación de pareja no es saludable?
No hay una relación perfecta y todos cometemos errores. Pero si consideramos que existe mal trato en nuestra pareja, entonces seguramente no es saludable. Las relaciones saludables hacen que nos se sintamos bien con nosotros mismo.
Mentir, ser infiel, celar y faltar el respeto son todas señales de una relación no saludable. Además, los comportamientos de control, son indicios de una relación abusiva y se pueden manifestar como: chequear el teléfono de nuestra pareja sin su permiso, hacer un seguimiento de todo lo que hace en las redes sociales, o decirle con quién y quién no puede salir.
Hablar con nuestra pareja es indispensable si pensamos que nuestra relación no es saludable. A veces las cosas se pueden solucionar al hablar de nuestros sentimientos y hacer cambios en la manera de tratarnos mutuamente. Si no nos sentimos seguros, tenemos miedo de hablar de ello, o hemos intentado mejorar las cosas solos o con ayuda profesional y no ha dado resultados, hemos llegado al momento de terminar con esa relación. Poner fin a una relación puede resultar difícil pero todos merecemos cultivar relaciones saludables que nos potencien en lugar de estancarnos o perjudicarnos. En este punto, buscar ayuda profesional puede ayudarnos a identificar qué aspectos personales contribuyeron a establecer una relación de ese tipo, a trabajar en lo que queremos mejorar y a empezar de nuevo. Debemos recordar siempre que personas saludables construyen parejas saludables.
Dra. Mónica P. Ortiz M.
MÉDICA SEXÓLOGA Y ASESORA CLÍNICA DE PAREJA